Más de cien científicos, entre ellos las profesores investigadoras de la Universidad de Burgos, María de la Cruz Ortiz Fernández, de Química Analítica, Verónica Tricio, directora del Departamento de Física y Ángela Mediavilla, profesora de la Esucela Politécnica Superior han participado en la obra "Ciencia, yo quiero ser científico!!!", un libro de divulgación que anima y ayuda a estudiantes, entre 14 y 18 años, a decidir que científico quieren ser.
El origen de esta obra -coordinada por Quintin Garrido- surgió en Burgos durante una peregrinación del Camino de Santiago y la idea fue lanzada a multitud de científicos, la mitad de ellos mujeres, que han participado de forma altruista para dar a conocer a los chicos y chicas la actividad científica que desarrollan los investigadores.
Como recuerda, en el índice de esta obra, el presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, una de las responsabilidades de la comunidad científica es transmitir a la ciudadanía la relevancia de la investigación científica, como frontera intelectual que permite abordar preguntas fundamentales sobre el universo y sobre la vida, ante la incidencia de la Ciencia en el desarrollo y bienestar de la sociedad, en aspectos como la salud, la alimentación, la energía o el medio ambiente.
Todos los capítulos de "Ciencia, yo quiero ser científico!!!" son independientes y se pueden leer sin orden. En esta obra digital, la catedrática de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burgos, María de la Cruz Ortiz Fernández, ha elaborado el capítulo titulado "Yo quiero ser Quimiómetra" y las profesoras Verónica Tricio "Yo quiero ser profesora de física" y Ángela Mediavilla "Yo quiero ser Física Experimental".
Ortiz Fernández argumenta en su capítulo: ¿Cómo voy a querer ser de mayor quimiómetra, si no sé lo que es? y esgrime: “concretar cómo se quiere ser científico es una historia de profundización en uno mismo”.
Esta profesora relata cómo en los años 70 cuando ella comenzaba en la Universidad se daba una definición de esta disciplina. La quimiometría usa métodos matemáticos, estadísticos y lógica formal para diseñar o seleccionar procedimientos experimentales óptimos y obtener la máxima información relevante contenida en datos químicos. “Comencé –subraya- siendo aprendiz de química”.
“Un quimiómetra –recuerda- puede tener ideas bellas, lógicas, elegantes, imaginativas, innovadoras pero carecen de valor si no son aplicables al entorno disponible, sólo son buenas si ‘trabajan’”. Para esta investigadora la preocupación permanente del quimiómetra es conseguir que sus predicciones sean reproducibles, como es una ciencia metrológica y las medidas tienen incertidumbre se arma al estudiante con un curso de estadística elemental y se le instruye en un montón de técnicas analíticas examinando los fundamentos físicos y químicos que subyacen a la instrumentación que posteriormente utilizará.
De una forma muy didáctica afirma que “ser capaz de tomar decisiones en ambiente de incertidumbre se ha convertido en uno de los retos más importantes del quimiómetra” y habla del orden de la señal y de la necesidad de “crear” orden en los datos, detectar y modelar las estructuras subyacentes “esto es lo que sabe hacer un quimiómetra”.
Una de sus principales labores -advierte- es determinar la cantidad de una sustancia ya sea una droga, pesticida o cualquier otra sustancia química de interés mediante una función de calibrado y, por ello, los quimiómetras somos “calibrado-dependientes”.
Otros desafíos interesantes para el quimiómetra están relacionados con el ‘Reconocimiento de Pautas’ y la optimización de procesos industriales y de procedimientos en el laboratorio utilizando metodología del diseño de experimentos que permiten reducir costes y ahorrar reactivos tóxicos lo que redunda en un mayor cuidado del medio ambiente.
La Doctora en Ciencias Físicas y Profesora Titular de Universidad, del Área de Física Aplicada del Departamento de Física de la Universidad de Burgos Verónica Tricio que desde que terminó sus estudios ha sido profesora de la UBU ha escrito el capítulo Yo quiero ser...Profesora de Física. Tricio explica en esta obra su experiencia personal durante sus estudios de Bachillerato y después en la Universidad y recuerda la pregunta que se hacía: ¿Qué significaba ser profesora de física? y ¿Qué se requería para ser buena profesora? mientras buscaba afanosamente la fórmula para resolver los problemas..
Tras su largo bagaje docente, Verónica Tricio dice que, en general, ser profesor de física va mucho más allá que enseñar los contenidos científicos de la materia y evaluar que los estudiantes los hayan adquirido. En la educación superior, en particular, ha de estar capacitado para desempeñar correctamente las tres funciones que le son encomendadas: la docencia, la investigación y la gestión.
Recuerda las palabras de Ilya Pregogine durante Conferencia en el Fórum Filosófico de la UNESCO en 1995, un profesor de física debe estar siempre dispuesto a ampliar su conocimiento. Nos encontramos –argumenta- al final de esa era de la historia de la ciencia que se abrió con Galileo y Copérnico. Un período glorioso en verdad, pero que nos ha dejado una visión del mundo demasiado simplista. La ciencia clásica enfatizaba los factores de equilibrio, orden, estabilidad. Hoy vemos fluctuación e inestabilidad por todas partes. Estamos empezando a ser conscientes de la complejidad inherente del universo. Esta toma de conciencia, estoy seguro, es el primer paso hacia una nueva racionalidad”
La profesora Ángela Mediavilla Trabada, Licenciada en Física e Ingeniera de Telecomunicaciones y profesora en la Universidad de Burgos y del Colegio Liceo Castilla en Burgos, es la autora del capítulo 75, "Yo quiero ser Física Experimental"
El capítulo de Ángela Mediavilla habla sobre la física, en concreto sobre el complejo mundo de la experimentación, la importancia de ser riguroso cuando se toman medidas y la utilización del Sistema Internacional de Unidades.
Para explicar en qué consiste ser un físico experimental afirma: ¿Qué es un físico? Si tuviésemos que responder a esta pregunta, sin duda diríamos que ante todo es un ser curioso.
Cuando somos niños, alrededor de los cuatro años de edad, sentimos un impulso que nos lleva a una explosión de porqués. “Mamá ¿por qué el cielo es azul?”. “Papá, ¿por qué flotan los barcos?”. Y así sucesivamente. Este elevado número de preguntas vuelve locos a nuestros padres y a todos los que nos rodean. Lamentablemente con los años esta curiosidad, esta sensación de maravilla y sorpresa ante el mundo, se extingue en algunas personas. Puede que, por la fuerza de la costumbre, nuestro entorno deje de impresionarnos y nos refugiemos en la excusa del “siempre ha sido así”. El hielo siempre ha flotado sobre el agua a pesar de ser sólido, el Sol siempre ha salido por el Este al amanecer, la lluvia siempre ha caído hacía abajo, mi café siempre se enfría si espero unos minutos… Pues bien, un físico no acepta el argumento del “siempre ha sido así”. Los científicos cuestionan cada uno de estos fenómenos y, lo que es más importante, intentan darles una explicación razonada, tomando medidas.
Luego habla de lo que es medir y del uso de unidades, en concreto del Sistema Internacional.
La profesora Mediavilla subraya que el método científico, es una aproximación al estudio de la realidad, a la búsqueda de respuestas a esos porqués, a través de un enfoque empírico y deductivo, es decir, mediante la experimentación. Todo experimento que se precie debe ser repetible y refutable. Repetible en el sentido de que cualquier persona, en cualquier lugar, pueda reproducirlo obteniendo resultados idénticos. Refutable en el sentido de que admita la posibilidad de que diferentes diseños en los que se tengan en cuenta parámetros distintos puedan matizar los resultados previos o incluso desmentirlos. Los físicos huyen de las verdades absolutas, dejando la puerta abierta a nuevos descubrimientos o enfoques, siempre que éstos estén razonados y sean demostrables. Ésta es una de las grandes fortalezas de la ciencia, que se revisa continuamente a sí misma, que no es pretenciosa ni absolutista, que no se cree en posesión de la verdad, sino que se aproxima a ella, actualizándose, dudando continuamente.