El doctorando del Programa Evolución humana, paleoecología del cuaternario y técnicas geofísicas aplicadas a la investigación Pablo Calvín Ballester defenderá su tesis doctoral titulada “Caracterización paleomagnética de procesos deformacionales en cuencas intraplaca (Alto Atlas central): Diapirismo, comprensión e intrusiones ígneas”. Esta tesis ha sido dirigida por los profesores Juan José Villalaín Santamaría y Antonio María Casas Sainz.
Como habitantes del planeta Tierra, y usuarios de los recursos que nos ofrece, el conocimiento de la geología del subsuelo que tenemos bajo nuestros pies es crucial. La investigación, en geología o en cualquier otra disciplina, es de gran importancia en muchos aspectos, ya sea desde su punto de vista aplicado (enfocado a la obtención de recursos, la prevención de riesgos naturales, etc.), divulgativo (cuya finalidad es que seamos conscientes de los procesos naturales que ocurren y conforman el entorno en el que vivimos), o puramente científica (centrado en seguir descubriendo, sin saber hacia dónde nos dirigirán o la transcendencia que tendrán los hallazgos que hacemos día a día).
En esta tesis doctoral, titulada ‘Caracterización paleomagnética de procesos deformacionales en cuencas intraplaca (Alto Atlas Central): diapirismo, compresión e intrusiones ígneas’, se estudia la evolución de una cuenca invertida, usando para ello técnicas paleomagnéticas. Si bien esto puede parecer demasiado complejo, dicho con estas palabras, no lo es tanto.
Nuestro planeta es el planeta rocoso más activo geológicamente del Sistema Solar. Esto se plasma en una actividad tectónica, con movimientos de placas, que sucesivamente generan zonas deprimidas (cuencas) donde se depositan y ‘almacenan’ sedimentos, los cuales provienen en las zonas elevadas que son progresivamente erosionadas. Existen numerosos tipos de cuencas sedimentarias, las cuales presentan diferentes características y tamaños muy diversos, desde las grandes cuencas oceánicas a pequeñas depresiones endorreicas generadas en el interior de los continentes.
En esta tesis se estudia la cuenca del Atlas marroquí. Ésta empezó a generarse al inicio del Triásico, hace aproximadamente 250 millones de años, asociada al nacimiento y apertura del océano Atlántico, y a la evolución del Tethys (cuya evolución generó el mar Mediterráneo). Durante el Triásico y el Jurásico se depositaron grandes espesores de sedimentos (hasta 10 km en las zonas más profundas), dominantemente propios de un ambiente marino. Posteriormente, durante el Cenozoico (hace 60 millones de años aproximadamente), y a consecuencia de la convergencia o acercamiento de las placas tectónicas de África, Iberia y Europa, esta cuenca (al igual que las cordilleras Béticas, Ibérica, Pirenaica, etc.) sufrió una compresión que forzó su inversión tectónica (una zona deprimida se convierte en una cordillera montañosa debido a causas tectónicas, como la convergencia de dos placas). Es importante destacar que obtener conocer la geometría de las cuencas sedimentarias no es sencillo, y cuando los materiales que las forman afloran en superficie es generalmente debido a que han sido invertidas y, por tanto, modificadas por la compresión.
Por otro lado, existen una serie de minerales presentes en las rocas, denominados ferromagnéticos (por ejemplo la magnetita, la hematites o la pirrotina), son capaces de registrar durante millones de años el campo magnético pasado, adquirido en el momento de formación de una roca (magnetización primaria) o en un evento posterior (remagnetización). El paleomagnetismo estudia dicho registro, el cuál puede ser analizado gracias a precisos instrumentos de gran sensibilidad (magnetómetros), y esto tiene gran cantidad de aplicaciones en diferentes ámbitos (desde la tectónica, las dataciones o el estudio ambiental).
La zona de estudio (el Alto Atlas Central), registra una remagnetización que fue adquirida en un momento intermedio, posterior a la etapa extensional (etapa Triásico-Jurásica) y previa a la etapa compresiva (Cenozoico). Estas circunstancias permiten estudiar dicha remagnetización, y con ella recrear cómo era la estructura (la disposición geométrica de los estratos o capas sedimentarias). En otras palabras, podemos obtener una ‘fotografía’ mostrando la geometría de la cuenca sedimentaria, ahora invertida, y que de otra manera no podríamos tener. Esto tiene gran aplicación a la hora de entender los procesos de deformación que han ocurrido en la evolución de esta cuenca sedimentaria, lo que nos puede ayudar a entender cómo funcionan los procesos generales en otras cuencas.