Sofía Postigo, estudiante de la Universidad de Burgos, participa desde octubre en el Programa de Voluntariado Internacional PRONUSA en Honduras, apoyado por un convenio entre la UBU y Fundación Caja Círculo. A pesar de las circunstancias esta alumna del Grado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y el Máster en Seguridad y Biotecnología Alimentarias decidió continuar con su labor en la localidad hondureña de San Juan Pueblo (Departamento de Atlántida).
El departamento de Biotecnología y Ciencias de los Alimentos de la Universidad de Burgos colabora con PRONUSA desde 2001, a través de los programas de becas y ayudas del Centro de Cooperación y Acción Solidaria de la UBU, en su Programa de Nutrición y Salud.
Sofía está participando en el Proyecto policereal, producto desarrollado a base de arroz integral, soja, maíz, cacao y canela para reducir la desnutrición, en el Proyecto de Panadería, elaboraciones a partir de policereal, diversificando la producción y mejorando la economía de las familias; en el Proyecto atención integral infantil; Proyecto de Tilapia, donde se cría y comercializa este pescado, que ha diversificado la dieta de la población; y en el Proyecto de préstamos.
Sofía ha decidido compartir en una crónica su experiencia desde el país centroamericano y una reflexión persona sobre la situación actual.
Honduras, ante la situación que afrontaba el mundo en general y Europa en particular, el día 9 de marzo se plantea evitar aglomeraciones masivas cerrando los centros educativos y suspendiendo cualquier tipo de evento como método preventivo. Dos días después salta la primera alarma de un posible caso en el país. Hasta esa fecha, el tema del coronavirus no era más que una noticia exterior y algo con lo que hacer bromas de forma muy ocasional, pero es entonces cuando empiezan a surgir diferentes opiniones.
El jueves 12 de marzo en el aeropuerto de San Pedro Sula se ve una imagen diferente. A pesar de ser una situación un poco más alarmante, en el resto del país se vive con normalidad y nadie da mayor importancia al tema del virus del que se le había dado hasta entonces.
Es el lunes 16 de marzo cuando se decreta oficialmente el estado de alarma, el confinamiento obligatorio, se cierran todas las fronteras y carreteras nacionales, y solo permite abrir a los locales de alimentación, farmacias, bancos y gasolineras, con horarios reducidos, poco aforo, uso obligatorio de medidas de seguridad...Había gran desconcierto y preocupación por la falta de información y porque en gran parte se pensaba que era más una cuestión política que sanitaria.
Ante la sucesión de acontecimientos, decidimos ponernos en contacto con la embajada, aunque no consiguieron darnos mucha información. Una semana después un operativo de emergencia llevo a cabo la recogida de las personas que regresarían a España. Una chica que acababa de llegar para cooperar dos meses con nosotros decidió marcharse mientras que yo decidí quedarme. Desde que llegué al proyecto en octubre gracias a la colaboración entre Caja Círculo y Centro de Cooperación de Universidad de Burgos he visto las grandes necesidades que existen en esta zona, pero sé que nos encontraremos muchas más cuando todo esto acabe y quiero poder ayudar a subsanarlas antes de volverme.
A pesar de que parecía que la gente se empezaba a concienciar, las grandes ciudades se llenaron de protestas y barricadas, hay que pensar que en estos países la mayor parte de la población vive literalmente al día y por lo tanto prefería contagiarse antes que morir de hambre. Esto dejaba una incógnita inquietante, ¿Cómo evolucionarían estas protestas? Yo intentaba afrontarlo con la mayor normalidad posible, pero mucha gente pensaba que era el origen de una serie de revueltas que iban a acabar con multitud de muertes y asaltos en el país.
Las medidas se volvían cada vez más estrictas, la policía patrullaba por las calles, cerraban de forma indefinida los bancos, supermercados y farmacias y cortaban literalmente todas las salidas de los pueblos. A pesar de haber una gran tranquilidad hasta el momento, nadie era capaz de saber a lo que nos enfrentábamos ni que vendría después y eso hizo que comenzase a aflorar el miedo entre la población.
Cada semana cambian las normas de circulación dependiendo de la terminación del número de identidad, pero en San Juan Pueblo se decide no permitir la apertura de ningún local. Para nosotros resulta catastrófico ya que no se podía acceder al banco y no teníamos dinero en efectivo para afrontar ningún gasto, y además provocaba que no pudiesen suministrarnos el concentrado para alimentar las tilapias y cabía la posibilidad de que muriesen los peces.
El proyecto se ve fuertemente afectado y, pese al miedo, se plantea intentar seguir con el trabajo, aunque las autoridades lejos de ayudar nos dificultan las cosas. Se consiguen realizar varias pescas, siempre coincidiendo con el día en el que todos podemos salir de casa, con los salvoconductos requeridos y respetando las medidas de seguridad necesarias. Tras la primera pesca se consigue recaudar dinero para realizar un pago mínimo a todas personas que trabajan en él y así poder comer, y con las siguientes se va consiguiendo mantener activo el proyecto.
Al repartir la tilapia nos encontramos con los accesos a las comunidades tomados por personas locales y con normas estrictas de acceso, hecho que nos impacta pues no parecían las cosas tan serias. En una comunidad encontramos un despliegue militar que nos examinaba antes de permitir el acceso, la gente tenía mucho miedo y no sabía cómo actuar. Al ir a un cuarto para tomarme la temperatura el termómetro marcaba 40º C. A pesar de estar muy tranquila, veía como la sanitaria se asustaba y se planteaba llevarme a San Pedro Sula al hospital, y más aún cuando supo que era española. Tras tranquilizarla y explicarla que eso era totalmente surrealista me tomó de nuevo la temperatura y me hizo un cuestionario más a fondo, y finalmente quedaba todo bien.
Un día nos llega la trágica noticia de que el marido de una socia del proyecto de policereal procedente de Esparta ha muerto, previsiblemente a causa de coronavirus, por lo que ella y toda su familia son aislados. Esto nos afecta mucho, porque vemos que el virus se acerca y, sobre todo, por la cercanía de la persona,
La municipalidad rectificó y permitió la apertura de los locales básicos, la gente no tenía comida ni dinero y podían surgir revueltas. Al salir a la calle la escena era particular y agobiante, parecía tranquilizadora pero también daba miedo. Filas kilométricas a la puerta de bancos y locales de alimentación, aumento de un 500% en guardias de seguridad en cada establecimiento donde además se realizaba un cuestionario y se tomaba la temperatura…
Tras reunirnos el equipo coordinador del proyecto para ver la situación real a la que nos enfrentábamos vimos que se avecinaban tiempos muy difíciles, tanto a nivel personal como del proyecto. Nos planteamos, además, que somos un proyecto social y como tal estamos buscando la forma de intentar ayudar a alguna de las familias que se encuentran en una situación extrema. Estamos viendo muchos tipos de solidaridad en este tiempo, la mayor parte, disfrazadas de intereses y sin llegar a quien realmente lo necesita.
A pesar de que en gran parte del mundo parece que mejora la situación, en Honduras la situación es muy incierta, las cifras oficiales de contagios y muertes aumentan por día, mientras en junio comienza una especie de desescalada. Cada día se cuestiona más la veracidad de las informaciones, las medidas que se toman y las consecuencias que ha traído y traerá. Esto deja una sensación extraña que todo el mundo se cuestiona, ¿Cómo es posible que cuando peor están las cosas haya más libertad?
Resulta muy difícil poder contar la situación que se está viviendo en el país en general, pues en cada departamento y municipio en particular están actuando de formas muy diferentes.
A modo personal, me preocupa más la manera en la que están empezando a vivir gran cantidad de familias a las que se les ha cortado la luz, el agua, no tienen productos de higiene básica o incluso alimentos, y cuál será su futuro. Se está hablando de que las consecuencias que está dejando y dejará esta pandemia van a ser mucho peores que las que se presentaron con las ultimas tragedias ocurridas en el país, como el más reciente huracán Mitch. A pesar de ser consciente de la situación que se está viviendo en España, pienso que la actuación que se hace desde allí gracias a la colaboración entre Caja Círculo y el Centro de Cooperación de la Universidad de Burgos va a ser crucial en los próximos tiempos.
PRONUSA es una entidad sin ánimo de lucro que desarrolla su trabajo en San Juan Pueblo (Honduras). Inició su actividad en el año 2000, con un proyecto para disminuir la desnutrición infantil, endémica en la zona, y mejorar la calidad de vida de las familias que participarían posteriormente en el Programa de Nutrición y Salud.
Se organizaron 17 grupos de mujeres, 120 familias, todas ellas con un índice cultural y económico muy bajo, con el fin de elaborar un "policereal" a base de arroz integral, soja, maíz, cacao y canela, para reducir los índices de desnutrición de manera rápida y eficiente. Este producto fue analizado en el departamento de Biotecnología y Ciencias de los Alimentos de la Universidad de Burgos, que desde el año 2001 colabora en el proyecto e interviniendo de forma directa en Honduras a través de los programas de becas y ayudas del Centro de Cooperación y Acción Solidaria de la UBU.
A continuación, surgieron el Proyecto de Vivienda, que ha mejorado la vivienda el 90% de las familias participantes; Proyecto de Niños y el Proyecto de ayuda a Estudios, de escolarización de menores; Proyecto de Tilapia, que ha diversificado la dieta de la población; y Proyecto de Pan, para elaborar productos a partir del policereal, diversificando la producción y mejorando la economía de las familias.
PRONUSA está inmersa en una reorganización de los grupos existentes y creación de otros nuevos mejorando a su vez la repercusión del proyecto y sus ingresos. Esto requiere personal cualificado que oriente la actividad de los grupos. Para ello la Universidad de Burgos ha organizado un Programa de voluntariado internacional que permita enviar a personal cualificado a la zona.