Con motivo de la celebración hoy ,10 de octubre, del Día Mundial de la Salud Mental, la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud, Mª Ángeles Martínez Martín, ha querido compartir con los miembros de la Comunidad Universitaria una reflexión para visibilizar este día y la importancia de cuidar la salud mental desde edades tempranas.
10 de octubre. Dia Mundial de la Salud Mental 2022
La Facultad de Ciencias de la Salud, al igual que el resto de los centros que constituimos la Universidad de Burgos, se muestra comprometida con la Agenda 2030, y especialmente sensibilizada en la necesidad de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 3, Promoción de la salud y el bienestar en todas las edades, sin olvidar que el logro del resto de objetivos (fin de la pobreza, mejora de la alimentación, educación inclusiva y de calidad, igualdad entre géneros, protección del medio ambiente, reducción del desempleo, industria más productiva y menos contaminante, etc.) redunda en el logro del dicho objetivo y por su parte, garantizar una vida sana y promover el bienestar, es la base de todos los demás porque para alcanzar el resto de ODS es necesario que se garantice y promueva la salud y el bienestar. Es decir, la salud mental constituye un derecho básico y esencial para alcanzar los ODS.
Preocupados por el cuidado del planeta y de las personas que lo habitan, la Facultad de Ciencias de la Salud y el Servicio Universitario de Atención a la Salud, pretende, un año más hacer visible este día 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental, reivindicando, siguiendo a la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH), el bienestar y la salud mental de todas las personas como una prioridad global. En esta línea, la Confederación Salud Mental España (1), este año ha focalizado la mirada en la infancia, la adolescencia y la juventud, resaltando que se trata de colectivos cuya salud mental es más vulnerable y que requieren de mayores esfuerzos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo, una de cada siete personas jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental (2), situación que se ha visto agravada por la pandemia, provocando un aumento de hasta el 47% en los trastornos mentales en menores (3).
Los niños, adolescente y jóvenes, no están exentos de problemas de salud mental, siendo los trastornos de ansiedad, depresivos y del comportamiento los más frecuentes. A esto habría que añadir el malestar psicosocial de niñas, niños, adolescentes y jóvenes que, aunque no llegue a convertirse en trastorno mental puede perturbar altamente su vida, su salud y sus expectativas de futuro. No podemos olvidar que el suicidio constituye una de las principales causas de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Según UNICEF España (4) el 15% de adolescentes presenta síntomas graves o moderadamente graves de depresión, situándose la tasa de ideación suicida en el 10,8%.
Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que están expuestos los niños, adolescentes y jóvenes, mayores serán los efectos que puedan tener para su salud mental. Algunos de los factores que pueden contribuir al estrés durante estas etapas del desarrollo son la exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia identidad. Factores como el haber sido víctima de maltrato y/o abusos sexuales, de acoso escolar o ciberbullyng, el género, las expectativas sobre el empleo o el cambio climático, las adicciones con o sin sustancia, la soledad no deseada, ser migrante o haber sobrevivido a un conflicto bélico pueden afectar gravemente la salud mental. Asimismo, las condiciones de vida o una situación de estigmatización, discriminación, exclusión, o falta de acceso a servicios y apoyo de calidad pueden predisponer a presentar problemas emocionales. El atender estas situaciones de manera temprana o el dotar de recursos que les ayuden a afrontar las complejas situaciones a las que pueden estar expuestos, les haría más resistente, disminuyendo el efecto de estos factores de riesgo.
El hecho de no ocuparse de los problemas de salud mental de niños, adolescentes y jóvenes tiene consecuencias que perduran en la edad adulta, perjudican la salud física y mental de la persona y restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en el futuro. Es por ello que resulta prioritario incrementar los recursos destinados a estos grupos de edad que abarquen la prevención y promoción de la salud mental, la detección, el diagnóstico, el tratamiento y la continuidad de cuidados ante posibles problemas de salud mental.