El Rector de la Universidad de Burgos, Alfonso Murillo, demandó una mayor financiación en la ceremonia de apertura del curso académico 2014-2015 que se celebró en el Aula Magna del Hospital del Rey. Murillo indicó que durante demasiados años la Universidad de Burgos ha estado inadecuadamente financiada y reclamó un pacto en la sociedad castellano-leonesa sobre la financiación de sus universidades con el propósito de continuar contribuyendo al bienestar y al crecimiento de los ciudadanos.
El acto comenzó con la intervención del secretario general y la lectura de la memoria del curso pasado. A continuación José Miguel García Pérez, Catedrático de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias de la UBU, impartió la lección inaugural "La Edad de los Polímeros. Un mundo de plástico” en la que pretendió matizar la visión negativa que la sociedad tiene de los plásticos, sin apreciar las múltiples aplicaciones y aportaciones que tienen estos materiales. Se refirió a la oportunidad para el futuro del diseño de nuevos materiales y la adaptación de los ya existentes a las nuevas tecnologías.
Tras la lectura de la lección inaugural, la Universidad de Burgos entregó los diplomas a los premios extraordinarios de Fin de Estudios del curso 2012-2013 y la imposición de las medallas de Alfonso VIII.
Con el ánimo de rendir cuentas a la sociedad, el rector analizó la evolución de la Universidad de Burgos desde su creación hace 20 años cumpliendo las expectativas generadas y el triple objetivo de consolidar y ampliar la oferta de estudios y de convertirse en foco de producción científica, de formación de profesional y de influencia cultural.
Murillo esgrimió que con la nueva Facultad de Ciencias de la Salud confía en paliar uno de los principales déficits de origen: la débil oferta en estudios de ciencias de la salud y solucionar, con el apoyo del Gobierno Autonómico, la impartición de más titulaciones de esta rama de conocimiento.
Alfonso Murillo se mostró orgullo de los resultados del estudio realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) que pone de manifiesto el esfuerzo realizado para la creación y sostenimiento de la Universidad, su aportación a la sociedad, y del ritmo de crecimiento científico de la UBU, al haber sido capaz de devolver con creces lo que la sociedad nos ha dado convirtiéndose en uno de los principales agentes del desarrollo socio-económico de Burgos y de Castilla y León.
El Rector recordó que los cálculos realizados por los investigadores del IVIE han permitido, además, tomar conciencia del papel de la Universidad como agente que influye en la composición de la población de Burgos: En torno al 32% de nuestros estudiantes proceden de fuera de nuestro distrito universitario, así como la determinación del impacto directo y los impactos indirecto e inducido sobre la producción, la renta y el empleo. La actividad propia de la Universidad supuso, en 2011, fecha de referencia para la investigación, una producción de 48 millones de euros, una renta de casi 35 millones de euros y 1100 empleos. Asimismo, la actividad generada por la presencia de la Universidad representó 191 millones de euros de producción, casi cuatro veces la propia, 94 millones de euros de renta, casi el triple que la propia, y 2200 empleos, el doble del empleo propio. En resumen, la sociedad recibe casi 2 euros, 1,9 por ser exactos, por cada euro invertido en la Universidad de Burgos.
Estas cifras que no dejan de llamar la atención, agregó el Rector, nos muestran una dimensión de la Universidad como agente económico de un tamaño muy superior al que estamos acostumbrados a atribuirle, universidades -dijo- que han realizado estudios similares, y de tamaños parecidos, aunque cuentan con presupuestos del doble del de la Universidad de Burgos, tienen impactos sobre el Producto Interior Bruto, en sus comunidades autónomas, sensiblemente inferiores: entre un 30 y un 60 % inferior. Por esta y otras muchas razones, el papel de la Universidad de Burgos en la configuración social de su entorno es muy relevante: Sin su existencia -dijo- habría 3.800 personas activas menos en Castilla y León.