Dos jóvenes colombianos pasarán en Burgos los próximos 6 meses acogidos a través del Programa de protección temporal de defensores de Derechos Humanos Burgos con Colombia, que la Universidad de Burgos lleva a cabo conjuntamente con la organización Burgos con Colombia y con la financiación de la Junta de Castilla y León y la colaboración el Ayuntamiento de Burgos.
Sus historias de vida son muy diferentes, pero ambos comparten un activismo social que, en un país como Colombia, pone en riesgo su seguridad en muchos contextos.
Brian es voluntario en la organización Tulua Diversa y relata años de discriminación y rechazo de su familia paterna a causa de su orientación sexual, y acoso durante su etapa universitaria. Fueron sobre todo estas últimas vivencias, que califica como “fatalísimas”, las que le llevaron a implicarse en la defensa de los Derechos Humanos y el respeto a la diversidad. “Fue por amor, por pasión, porque no quiero que más niños y más adolescentes sientan el rechazo o la discriminación, porque estamos en pleno siglo XXI, y ¿por qué no podemos ser libremente lo que nosotros queremos ser?”, se pregunta. Reconoce que en Colombia se considera que la comunidad diversa en España está más respetada y es más abierta y libre, por eso durante su estancia en Burgos quiere “observar, analizar y aprender, absorber todos los conocimientos, mirar cómo es la cultura, mirar cómo se educa, mirar cómo es una persona diversa abiertamente ante la sociedad y llegar a Colombia para abrir los ojos a la comunidad”.
El caso de Diego (nombre ficticio) está íntimamente ligado al conflicto armado colombiano. En 2002, con sólo 7 años de edad, sufrió en su círculo más cercano las terribles consecuencias de los asaltos que militares y paramilitares perpetraban por todo el país, y vio cómo a su alrededor varias mujeres se organizaban para buscar a las cerca de 220.000 personas que aún continúan desaparecidas en Colombia. Ya en su juventud se unió a la Asociación Mujeres Caminando por la Verdad, inspirada en la asociación argentina de las Madres de la Plaza de Mayo y con la que comparten el mismo objetivo, y a la asociación Movice. A través de estas organizaciones, y desde su profundo activismo y compromiso con la reparación de la memoria y la no repetición, lograron localizar más de medio centenar de puntos de posibles inhumaciones de víctimas del conflicto. En su barrio, en un lugar llamado ‘La Escombrera’, lograron encontrar cuatro cuerpos, pero a principios de este año recibieron la noticia de que las excavaciones paraban. Se cortó la financiación. “Nunca ha habido voluntad política de búsqueda, ni se ha respetado el derecho de búsqueda de las familias”, destaca, y, conocedor del proceso de recuperación de la memoria histórica que se está llevando a cabo en España, señala que durante estos meses en Burgos tratará de “generar conexiones entre las cunetas y La Escombrera”, con el objetivo de que “en ningún lado vuelvan a desaparecer o continúen desapareciendo personas, para que podamos encontrar a los desaparecidos en todo el mundo”.
Afirma que actualmente los defensores de Derechos Humanos se encuentran ante “retos gigantescos” en un contexto bélico internacional en el que, además, los recortes en cooperación internacional están dificultando aún más el trabajo en las comunidades más desfavorecidas, con grandes repercusiones en Colombia y otros países latinoamericanos.
Programa de protección temporal de defensores de Derechos Humanos
Se puso en marcha en 2023 a través de la colaboración entre la Universidad de Burgos y la asociación Burgos con Colombia. El año pasado ya lograron acoger a las dos primeras personas gracias a la financiación de la Junta de Castilla y León, que cubre los gastos de manutención y atención psicológica, y al Ayuntamiento de Burgos, que cede un piso para su alojamiento durante su estancia en Burgos.
Como indica Soraya Cámara Azúa, técnica del Centro de Cooperación Internacional y Acción Solidaria de la Universidad de Burgos, el objetivo del programa es proporcionar refugio a personas que, por su actividad en su vida personal, profesional o de cualquier ámbito, tengan que salir del país durante un tiempo de su país para evitar posibles riesgos. “La idea es intentar proteger su integridad física y emocional en todos los aspectos y darles una cobertura total durante su estancia aquí, que se sientan en todo lo posible como en casa, dentro de que esto es un lugar que está muy lejos de su hogar”, señala.
Las dos personas acogidas dentro del programa permancerán en Burgos hasta el mes de septiembre y, actualmente, están cursando el Diploma en Desarrollo Humano Sostenible de la UBU. Además, participarán en diversas acciones de sensibilización y concienciación, organizadas tanto por la Universidad de Burgos como por entidades sociales de la ciudad y de otras localidades españolas.