El Programa de Alojamientos Compartidos es una iniciativa que plantea una alternativa de convivencia entre personas mayores y alumnado universitario durante el curso académico, que favorece las relaciones intergeneracionales y da respuesta a las necesidades de ambos colectivos para compartir vivienda respetando el proyecto de vida de cada persona.
Por regla general, la convivencia se realiza entre un estudiante y una persona mayor, pero hay casos más especiales.
Ana es la madre de Laura, una joven con Síndrome de Down que conoció este programa a través de los medios de comunicación. “Cuando conocí este programa me pareció una buena oportunidad para que Laura se adaptara a convivir con otras personas y ganar en independencia”.
Por su parte, Marta, una alumna guineana del grado en Finanzas y Contabilidad, tuvo noticia de esta posibilidad de alojamiento en su facultad y decidió informarse. “Cuando me mudé desde Salamanca porque allí no ofertaban los estudios que quería me pareció una experiencia vital curiosa y muy interesante, además de las ventajas económicas que supone este tipo de alojamiento”.
La tercera integrante de esta convivencia es Laura, una joven con Síndrome de Down que trabaja en la Caixa. “Laura es totalmente independiente, va y viene a su trabajo, sale con sus amigos…pero algunos fines de semana yo tengo que ausentarme, mi marido pasa largas temporadas en el pueblo…, mis otras hijas ya no viven en casa y las dos nos quedamos más tranquilas si no está todo el tiempo sola” afirma su madre.
“Pese a los primeros momentos de adaptación la convivencia de este último año ha resultado muy enriquecedora”, valora Lourdes Bustamante, responsable del Programa de Alojamientos Compartidos de la Universidad de Burgos “Este caso, pese a su peculiaridad, responde a los objetivos del programa: responder a las necesidades de apoyo de personas mayores y de alojamiento del alumnado universitario en un ambiente más tranquilo y familiar sin limitar su libertad, estudios ni tiempo de ocio, compartiendo experiencias y aprendizaje mutuo”.
La familia de Ana es muy abierta y acogedora, “Desde el primer momento dije a Marta que la trataría como a una hija, que quería que se integrara en la familia, porque es la forma de que aprendamos a adaptarnos unos a otros. Al principio nuestras costumbres y rutinas chocaban con las de Marta, pero nos adaptamos muy bien” asegura Ana.
Marta, corrobora las sensaciones de Ana. “Me daba miedo no ser capaz de adaptarme a convivir con la familia, pero con un poco de voluntad ha resultado muy fácil y no he tenido ningún problema para continuar con mis estudios o mis prácticas en Roca, sin olvidar las ventajas económicas que me han permitido ahorra para viajar a Guinea y ver a mi familia por primera vez en 4 años”.
La convivencia ha creado un estrecho vínculo entre ambas. “Los fines de semana paseamos, salimos a tomar algo…” explica Marta “y el día de su cumpleaños me invitó al cine”, apostilla Laura. “Además Laura es exigente, responsable y metódica tanto en su trabajo como en casa, yo más impulsiva, y me está enseñando a ser paciente”, explica la estudiante.
Ana y Marta afirman que recomiendan esta experiencia ya que “supone una forma de conocer otras formas de pensar y vivir y abrir la mente, además de los beneficios para ambas partes”
Por regla general la persona mayor ofrece al estudiante un alojamiento tranquilo y con todo lo necesario en su domicilio, sin que ésta tenga que pagar alquiler, aunque sí deberá contribuir en los gastos que genere su estancia (luz, comida, agua, etc.) y colaborar en las tareas que entre ambas decidan.
Un caso tradicional de convivencia
Un caso “tradicional” de convivencia es el de Angelines e Irene, que llevan dos años conviviendo.
Angelines conoció el programa por la trabajadora social del centro de salud y una amiga que también convive con una estudiante. “Solo puedo hablar bien de Irene - asegura - me siento tranquila porque sabía que venía a dormir y así no estaba sola, con que me avise si va a llegar tarde es suficiente e Irene me ha comprendido, entendido y respetado desde el primer momento”.
Su satisfacción con la experiencia ha sido tal que este año comenzará otra convivencia con una estudiante de enfermería. Para ella la base del éxito ha sido hablarlo todo y llegar a acuerdos. “Animo a todas las personas mayores a que pierdan el miedo, son jóvenes muy responsables y ha sido una experiencia maravillosa”
Irene, estudiante vallisoletana de Pedagogía, comenzó la convivencia con Angelines hace 2 años. “Este Programa ha resultado una gran oportunidad para mí: empecé por motivos económicos, pero no solo me ha aportado una experiencia inolvidable, que jamás me había planteado antes, sino que además he podido conocer a una persona maravillosa que me acompañará siempre”.
Irene, que ayudaba en la limpieza de la casa a cambio del alojamiento, asegura que “La relación entre ambas ha evolucionado de una simple convivencia a una relación en la que ambas partes nos apoyábamos en el día a día, ¡No podía haber tenido más suerte!”. Irene y Angelines ganaron el VIII Concurso Intergeneracional de Relatos Cortos con un relato conjunto, lo que da idea del vínculo creado entre ellas.
Programa de Alojamientos Compartidos
Cada vez son más las personas interesadas en el programa de Alojamientos Compartidos de la Universidad de Burgos. Desde su puesta en marcha, se han formalizado unas 113 convivencias, siendo más de 200 personas las que se han beneficiado de este programa.
Las dos personas inician una convivencia basada en el diálogo y el respeto mutuo. Previo al comienzo, se concretarán las condiciones necesarias para que ésta resulte grata y beneficiosa para ambas partes. El seguimiento de cada una de las experiencias durante todo el curso, asegura que la relación sea satisfactoria y enriquecedora.
El plazo está abierto para todas aquellas personas que deseen inscribirse en este programa y recibir más información sobre los requisitos para poder participar.