Alfonso Murillo, rector de la Universidad de Burgos, abrió el acto que inaugura la Formación en Investigación. Actividades Transversales” de la Escuela de Doctorado agradeciendo al escritor burgalés Óscar Esquivias su presencia y recordando la importancia del doctorado ante la proximidad de la fiesta de la Universidad, el próximo día 26 de febrero, durante la cual los doctores que obtuvieron esta condición durante 2015 recibirán los atributos y diplomas del más alto grado de la Universidad.
El rector aportó cifras que reflejan el bajo nivel de doctorados existentes en España, un 0,5% de la población, pese a que el 96% de ellos desempeña en la actualidad un puesto de trabajo, incluso en tiempos de dificultades económicas. También resaltó el hecho de que apenas un 15% de ellos desempeñan su actividad en el mundo empresarial, la mayoría se ocupan en la administración y la docencia, aspecto que la UBU intenta subsanar potenciando el Doctorado Industrial junto con FAE Burgos. Este programa permite a los doctorandos desarrollar su tesis en un entorno empresarial, desarrollando proyectos demandados por las empresas, lo que no solo facilita la empleabilidad sino que mejora la competitividad de las empresas, además de ayudar a que la universidad adapte su formación a las necesidades del mundo laboral.
Por su parte Luis Sarabia, director de la Escuela de Doctorado, presentó al ponente, desgranando sus méritos y su obra estableciendo un paralelismo entre la Literatura y la Ciencia, ambas resultados de un proyecto.
Esquivias retomó esta idea y equiparó los estudios universitarios, más concretamente los de doctorado con la escritura de una novela, un proyecto que requiere esfuerzo titánico al que hay que dedicar tiempo, talento y esfuerzo, una aventura del conocimiento que comparten investigación y literatura, ambas marcados por la exigencia de creatividad.
El escritor agradeció la calurosa bienvenida en una Universidad que considera la suya, donde cursó estudios y desarrollo proyectos e inició su conferencia "Verdad literaria y verdad histórica”, abordando su experiencia personal tras la etapa universitaria, en la que debió optar por la Literatura o el mundo académico de la Historia.
Desarrolló la idea de cómo, pese a que tanto historiador como escritor deben ser creativos, el historiador no puede mentir, a riesgo de convertirse en un propagandista, mientras que el escritor debe alcanzar una verdad estética, propia o inventada pero que debe sentirse como cierta. Otro punto de conexión que identificó entre ambas disciplinas es la necesidad de la historia de tener forma de relato y una vez más la necesaria creatividad que ambas requieren.