Las conclusiones del informe elaborado por el catedrático de la Universidad de Burgos Juan Manuel Manso son muy claras. Las condiciones de confort y calidad ambiental interior de los centros escolares españoles son pésimas de manera generalizada, independientemente de las zonas climáticas, de la tipología de los colegios, su antigüedad, ubicación y casuística particular. Esta es la principal conclusión del informe elaborado por el profesor de la UBU sobre monitorización de colegios realizado en España que se presentó en un acto a nivel nacional en el que intervinieron además el pediatra y epidemiólogo en ISGlobal, Quique Bassat, y la periodista y divulgadora científica América Valenzuela.
El estudio presentado mediante videoconferencia señala las medidas que deben adoptarse para evitar la transmisión del COVID en los colegios. Esta investigación refleja la falta de confort y mala calidad del aire en las aulas, lo que incide en la salud de los escolares españoles y detalla las recomendaciones y medidas que la Administración debe adoptar para evitar la transmisión aérea de la pandemia y revertir esta grave problemática que está afectando a estudiantes y profesores, y que tiene solución a través de la construcción y rehabilitación eficiente.
El profesor Manso, que ha contado para la realización del estudio con la colaboración del director de la Fundación Caja de Burgos, Rafael Barbero, afirma que el diseño eficiente Passivhouse podría ayudar a mejorar sus condiciones y evitar la contaminación del covid en los colegios.
En este informe se han validado un total de 708.375 parámetros en 36 colegios de toda la geografía española durante un año lectivo. Manso explicó la necesidad de que exista una ventilación mecánica de doble flujo con recuperación de calor para evitar la transmisión del covid 19. En Burgos la situación es peor que en el conjunto de las provincias españolas con un 5% de acondicionamiento frente al 17% del resto del país
En cuanto a la ventilación, este estudio detectó elevadas concentraciones de CO2 durante la actividad escolar de hasta 3000 ppm. Manso recuerda que “cuando los niveles de dióxido de carbono exceden de 800 ppm en las áreas interiores, muchas personas comienzan a experimentar incomodidad, dolores de cabeza, cansancio y apatía general y estos síntomas se agravan en los niños debido a su mayor actividad metabólica”
Este profesor de la UBU subraya que “si analizamos exclusivamente el confort higrotérmico (temperatura ambiente y humedad relativa) solo durante el 68,06% del tiempo las aulas los niños se encuentran en condiciones adecuadas y si se analizan exclusivamente los niveles de CO2 (p.p.m.) solo durante el 32,40% del tiempo se dispone de niveles aceptables de CO2”.
Al cruzar ambas mediciones ha comprobado que solo se dan condiciones adecuadas de confort durante un 16,16% del tiempo de uso de los centros escolares.
Manso afirma que los datos monitorizados manifiestan niveles muy altos de CO2 debido fundamentalmente a sistemas inadecuados de ventilación, y que estos parámetros por lo tanto indican la mayor probabilidad de que en las aulas se estén superando a su vez los niveles máximos de otros parámetros con incidencia directa en la salud de los ocupantes y esgrime que la mejora de las condiciones de los centros escolares reduciría drásticamente sus costes.
Los criterios de actuación para revertir la situación detectada señalados por el profesor son claros, según este informe:
-Mejora de la envolvente térmica de los edificios para reducir la demanda de energía y garantizar una simetría de temperaturas en el interior de las aulas que permita mayores niveles de confort higrotérmico.
-Instalación de sistemas de ventilación mecánica controlada con recuperación de calor que garanticen unos adecuados niveles de ventilación sin pérdidas energéticas. Permiten a su vez la instalación de filtros que reduzcan la presencia de otros compuestos nocivos en el aire, los que permitiría a su vez un mayor control sobre la humedad relativa interior.
Todos estos criterios se encuentran perfectamente definidos, analizados y contrastados en los edificios pasivos certificados, que obligan al análisis exhaustivo de cada situación (ubicación, orientación, perfiles de uso, cargas internas, ganancias solares, etc.,), así como al control de obra de modo y manera que las prestaciones, que se planteen en la fase de diseño y se garanticen en la ejecución material del edificio.
El informe de Manso concluye que las monitorizaciones de centros escolares certificados en estándar Passivhaus demuestran que se alcanzan condiciones de confort y calidad ambiental interior óptimas con los mínimos costes energéticos posibles. Las herramientas previstas para rehabilitación (Enerphit step by step) también permiten planificar actuaciones parciales ordenadas garantizando tanto la mejor viabilidad económica como la inexistencia de patologías o condiciones inadecuadas en las distintas fases de actuación que se planteen.
A juicio del profesor, la construcción o rehabilitación bajos estos parámetros permitiría disponer de edificios con muy reducida demanda energética y sistemas de energía renovable lo que podría llevar a mínimos las emisiones de CO2 contribuyendo por lo tanto al mismo tiempo a la mejora de las condiciones ambientales de las ciudades.
Por ello, conmina también a la Administración a controlar los materiales que se utilizan, fundamentalmente en los revestimientos interiores en contacto con los usuarios, mobiliario, etc. para reducir y minimizar la presencia de otros tipos de compuestos nocivos en el aire.
Durante el acto también comparecieron Bruno Gutiérrez Cuevas y Pedro Mariñelarena, presidente y vicepresidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP).