La epidemióloga y Directora Científica del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), Marina Pollán, participó en nueva conferencia del ciclo "Acercando la ciencia", promovido por la Unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Burgos (UCC+i UBU) y el Museo de la Evolución Humana (MEH) con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) - Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Bajo el título “Cáncer de mama y factores ambientales”, la charla abordó este problema de salud pública de primera magnitud. “Mi trabajo consiste en investigar qué factores hacen más frecuente el cáncer de mama en unas mujeres que en otras, a partir de cuestionarios, muestras biológicas…” se presentó la investigadora.
El cáncer de mama es uno de los tumores más frecuentes. Los factores de riesgo asociados cuya evidencia científica está más consolidada son: el fumar -sobre todo, antes del primer hijo-, el consumo de alcohol y la obesidad. También influye el déficit de vitamina D, muy común en la población española. Sin embargo, todavía existe debate científico en cuanto a la efectividad de la vitamina D contra el cáncer (la evidencia sugiere que unos niveles intermedios de vitamina D son positivos, pero los niveles muy altos no demuestran efectividad).
Los factores preventivos o protectores son -además de no fumar, no consumir alcohol y realizar ejercicio físico semanalmente-, la maternidad, la dieta mediterránea (entendida como la rica en pescados, legumbres, fruta, verduras y aceite de oliva) y niveles suficientes de vitamina D... pero existen otros factores que pueden ser modificables. “Nuestro trabajo se centra en determinar qué factores son y cómo modificarlos para disminuir la probabilidad de tener cáncer de mama”.
Además de estos factores, sobre los que se puede actuar a título individual, existen otros contaminantes, presentes en nuestro organismo a través de nuestro ambiente. “Pesticidas, bisfenol B… son sustancias estrogénicas, es decir, que se comportan como hormonas, y tienen su influencia a la hora de desencadenar un tumor. (...) La Unión Europea está muy interesada en tener más evidencia para poder regular estas sustancias, que conocemos genéricamente como disruptores endocrinos".
La investigadora afirmó que se recomienda empezar la prevención cuando el tejido mamario es más vulnerable, es decir, durante la adolescencia. “El desarrollo del tejido mamario coincide con la adolescencia, etapa en la que los hábitos poco saludables como alcohol o tabaco a veces están muy presentes”.
A la prevención primaria, centrada en reducir la incidencia de la enfermedad con esos hábitos saludables, se une la atención secundaria, encaminada a lograr un diagnóstico temprano. En España existen programas detección precoz de cáncer mama que recomiendan empezar las revisiones entre los 45 y 50 años y hacer mamografías cada 2 años hasta los 70 o 75. “Sin embargo, no todas mujeres tienen mismo riesgo, actualmente estamos trabajando en el desarrollo de modelos de riesgos para adaptar la detección de forma personalizada, ya que unas mujeres pueden no necesitar esa mamografía y otras necesitarla con mayor periodicidad”.
Por último, María Pollán habló de la Atención Terciaria, hacer que la persona afectada viva más y en mejores condiciones, aplicando los factores de Atención Primaria, “Ya que siempre puede aparecer un segundo tumor”.