La estigmatización hacia las personas con problemas de salud mental sigue presente en los distintos colectivos sociales, incluido el de los estudiantes universitarios. La existencia de ideas erróneas influye muy negativamente en la imagen y autoimagen de las personas afectadas, dificultan la petición de ayuda cuando es necesario, así como la aceptación de la enfermedad, la inclusión social, el acceso al empleo, etc.
Teniendo en cuenta esta realidad, nació el Proyecto de Aprendizaje y Servicio “Cambiando miradas, aumentando oportunidades. Hacia una mayor participación social de las personas con problemas de salud mental". Dado que la salud mental sigue siendo un ámbito desconocido que es preciso fortalecer en el currículo de profesionales que trabajen en ámbitos educativos, sociales y sanitarios, desde la asignatura de Psicopatología del Grado en Educación Social y Grado en Terapia Ocupacional se pretende sensibilizar y concienciar sobre la salud mental, desmontando aquellos posibles mitos y estereotipos negativos que los estudiantes universitarios pudieran tener influidos por el contexto en el que viven.
Desarrollado por María Ángeles Martínez Martín, profesora del Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Burgos, ha contado con la imprescindible colaboración PROSAME: Salud Mental Burgos y Fundación INTRAS: Residencia “las Huelgas”.
En esta segunda edición han participado 13 estudiantes del grado en Educación Social y 16 estudiantes del grado en Terapia Ocupacional (total 29 estudiantes) y unos 75 destinatarios entre ambas instituciones.
Ideas del tipo Todas las personas con problemas de salud mental son genios o artistas, Las personas con un trastorno mental son violentas e impredecibles, no se recuperan nunca, no pueden trabajar; no pueden tolerar el estrés de mantener un trabajo, no pueden llevar una vida normal. Un problema de salud mental es una señal de debilidad. Si la persona fuera más fuerte, no tendría ese problema, etc. se mantienen actualmente.
La falta de información y el desconocimiento sobre los problemas de salud mental es lo que ha llevado al rechazo social. Por ello, conocer y entender qué son y qué implican los problemas de salud mental, constituye un paso esencial para romper tópicos y falsas creencias, y así reducir el estigma y generar una cultura que anime a todas las personas a buscar apoyo cuando lo necesiten.
Con este objetivo final, durante dos horas a la semana, del 3 de octubre al 14 de diciembre en el primer semestre (Educación Social) y del 11 de marzo al 23 de mayo en el segundo (Terapia Ocupacional), el estudiantado ha realizado una inmersión, compartiendo las actividades determinadas en las programaciones de los respectivos centros y elaborando y desarrollando sus propias intervenciones. Sus vivencias, reflexiones y actuaciones fueron expuestas al resto de la clase una vez finalizado el periodo docente de la asignatura (13 de diciembre y 20 de mayo), ante beneficiarios y profesionales de las dos entidades colaboradoras. De este modo se creó un espacio de convivencia en el que el resto del alumnado pudo enriquecerse de las experiencias de sus compañeros/as, de las aportaciones del proyecto e interactuar con los asistentes.
La necesidad social prioritaria del proyecto ha sido conseguir una mayor y mejor participación social de las personas con problemas graves de salud mental, superando obstáculos personales y sociales. Conscientes de que el cambio de actitudes constituye una de las barreras más grandes con la que nos encontramos, con el Aprendizaje y Servicio hemos contribuido a que nuestro estudiantado tome conciencia de la realidad de la enfermedad mental, cambiando su forma de mirar.
Estudiantes participantes aseguran haber podido enfrentarse y superar mitos e ideas tan dañinas como arraigadas en nuestra sociedad, gracias al proyecto.
“Cuando empezamos el proyecto, sin ser conscientes de ello, íbamos con un poco de miedo de que nos podíamos encontrar, pero conforme hablábamos con ellos y pasaban los días nos dábamos cuenta de que la enfermedad mental pasaba a un segundo plano, que no era algo relevante para tratar con ellos. Aprendimos a darles nuestro apoyo fuera de las enfermedades que ellos pudieran tener. Gracias a estas conversaciones, hemos podido desmentir muchos de los mitos que se crean y que podíamos tener nosotras mismas en la mente. Sería muy recomendable que todo el mundo pudiera hacer estas prácticas, sobre todo para futuros terapeutas ocupacionales, ya que es muy importante la salud mental y poder vivir esto es una experiencia única y muy enriquecedora”, asegura una estudiante de Terapia Ocupacional.
Otra compañera destaca como “esta experiencia me ha ayudado a acercarme más a las personas con enfermedad mental, tener una conversación con ellas, desarrollar conceptos como habilidades sociales, trabajo en equipo, también he cambiado totalmente el estigma que pensaba y lo más importante esta experiencia ha sido enriquecedora en mi formación académica, personal y profesional, para finalizar es una experiencia que recomendaría y repetiría “
Por su parte, estudiantes de Educación Social también compartían esos miedos iniciales, que fueron superando “es cierto que antes de comenzar teníamos cierta inseguridad e incertidumbre, ya que, aunque seamos futuras educadoras sociales, también somos seres humanos que no dejan de tener estigmas y miedo creados por el entorno social en el que vivimos. Sin embargo, para crecer como sociedad debemos afrontarlos de cerca, para desmentirlos como nos ha pasado una vez vivida la experiencia”. “Hemos aprendido el poder de la empatía y la escucha activa. Comprender las experiencias y emociones de las personas que enfrentan desafíos de salud mental crea un vínculo significativo y contribuye a un ambiente de apoyo y comprensión”, asegura otra compañera.
“En un principio, antes de conocer al colectivo, nos daba cierto miedo. La salud mental y los trastornos mentales están tan estigmatizados por la sociedad que aun sin quererlo, acabas adquiriendo ciertos prejuicios. Por otra parte, asegurábamos que nuestra participación sería escasa y dudábamos de si aprenderíamos tan solo observando. Sin embargo, estábamos equivocadas. Ha sido una de las mejores experiencias que nos podría haber brindado el grado de Educación Social. Aparte de que hemos podido poner en práctica aquello que aprendemos en clase, nos ha acabado fascinado este colectivo por el que hasta entonces no nos habíamos interesado en conocer”
Una estudiante del grado en Educación Social, hace un balance del Proyecto: “nosotras podemos desmentir (los mitos) a raíz de la experiencia que hemos vivido, donde no hemos podido evitar sorprendernos gratamente al conocer una variedad de personas con múltiples recursos y habilidades tanto en lo que refiere a memoria e inteligencia como en cuanto a capacidades artísticas y creativas, aunque es cierto que la mayoría de ellos no son capaces de creer y reconocer sus habilidades. Hemos visto tantas personas con capacidades tan diferentes que generalizar y meter a todas estas personas dentro del mismo saco nos parece un error increíble”
“Tanto los usuarios como los trabajadores nos han dicho siempre que nosotras aportábamos normalidad, ya que así ellos se sentían más cómodos y se daban cuenta de que podían llevar una vida normal y relacionarse con todo tipo de gente, no solo con los trabajadores. Además, en varias ocasiones, también hemos aportado felicidad, y eso se notaba cada vez que hablábamos con ellos de temas ajenos a la residencia, nos preguntaban por la universidad, de donde éramos, como nos conocimos, ... Nos llenaba de satisfacción ver cómo con solo abrir nosotras la puerta se les dibujaba una sonrisa en la cara porque sabían que algo diferente iba a pasar esa tarde”.
La forma en que el alumnado ganaba confianza y estrechaba vínculos con los residentes, tras la inseguridad inicial, también fue puesta de manifiesto por las dos entidades colaboradoras, que ha destacado su actitud positiva y como se creó un ambiente cercano, distendido, mostrando iniciativa tanto en las actividades desarrolladas como en la interacción con usuarios y profesionales.
Desde PROSAME, aseguran es un proyecto bidireccional que aporta bastante a la Asociación “Los usuarios de la asociación han demandado seguir con este tipo de proyectos vista la relación creada con las estudiantes, así como la necesidad de dar a conocer la realidad de las personas con problemas de salud mental”.
Por su parte, Fundación INTRAS, han señalo lo enriquecedor de la experiencia, que permite formarse a los y las estudiantes, disminuyendo los estigmas e ideas preconcebidas asociadas a las personas con discapacidad por enfermedad mental y, por otro lado, permite a los usuarios y a la entidad generar otros contextos de interacción, donde poder trabajar objetivos.
Finalmente, María Ángeles Martínez, responsable del proyecto, incide en que la información y formación sobre la salud y enfermedad mental constituye uno de los pilares para conseguir la desaparición del estigma, por ello resulta imprescindible generar en la formación de los futuros profesionales acciones que disminuyan dichas actitudes a la vez de fortalecer e impulsar su compromiso con la sociedad. “Como Universidad debemos dar visibilidad a los problemas de salud mental y a las personas que los presentan, a través de la normalización, la información, la transparencia y facilitando su participación social”, afirma.
Finalmente, resalta la importante repercusión que tiene este proyecto en el estudiantado, sobre todo a nivel personal, al aportarles un mayor conocimiento de sí mismos, una superación de miedos, el desarrollo de habilidades… “y el reconocimiento a las personas a las que va dirigido que son inmersamente generosas y agradecidas”.